¿Te imaginas un mundo en el que todos los objetos que te rodean pudieran comunicarse entre sí y contigo? ¿Un mundo en el que tu nevera te avisara cuando se te acaba la leche, tu coche te indicara la ruta más rápida para llegar a tu destino o tu reloj te recordara que tienes una cita médica? Pues ese mundo ya existe y se llama Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
El objetivo del Internet de las Cosas es facilitar la vida de las personas, mejorar la eficiencia de los procesos, optimizar el uso de los recursos y crear nuevas oportunidades de negocio.
El Internet de las Cosas es un concepto que se refiere a la interconexión de dispositivos físicos con la red, mediante sensores, software y otras tecnologías, que les permiten recoger, enviar y recibir datos. Estos dispositivos pueden ser desde electrodomésticos, vehículos, máquinas industriales, wearables, hasta implantes médicos o animales domésticos.
El objetivo del Internet de las Cosas es facilitar la vida de las personas, mejorar la eficiencia de los procesos, optimizar el uso de los recursos y crear nuevas oportunidades de negocio. Según un estudio de Cisco, se estima que para el año 2025 habrá más de 75 mil millones de dispositivos conectados en el mundo.
Los dispositivos conectados funcionan gracias a una serie de elementos que les permiten interactuar con el entorno y con otros dispositivos. Estos elementos son:
Son los encargados de medir y captar información del entorno, como la temperatura, la humedad, la presión, el movimiento, la luz, el sonido, etc.
Procesan y analizan la información recogida por los sensores, aplicando algoritmos y reglas de negocio.
Son los que se encargan de transmitir y recibir la información procesada por los procesadores, mediante diferentes protocolos y redes de comunicación, como Wi-Fi, Bluetooth, NFC, 4G, 5G, etc.
Realizan acciones físicas sobre el entorno o sobre otros dispositivos, como encender o apagar luces, abrir o cerrar puertas, regular la temperatura, etc.
Los dispositivos conectados aportan múltiples beneficios en diferentes ámbitos y sectores. Veamos algunos ejemplos:
Los dispositivos conectados permiten crear hogares inteligentes, que se adaptan a las preferencias y necesidades de sus habitantes, ofreciendo mayor confort, seguridad y ahorro energético.
Permiten crear vehículos inteligentes, que se comunican entre sí y con la infraestructura vial, ofreciendo mayor seguridad, eficiencia y sostenibilidad.
Gracias a los dispositivos conectados se pueden crear fábricas inteligentes, que monitorizan y optimizan sus procesos productivos, ofreciendo mayor calidad, productividad y competitividad.
En el sector de la salud, los dispositivos conectados permiten crear sistemas sanitarios inteligentes, que monitorizan y asisten a los pacientes, ofreciendo mayor prevención, diagnóstico y tratamiento.
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